Formar líderes para mejorar la calidad de los cuidados enfermeros
Han sido múltiples las ocasiones en que los profesionales de la salud se han planteado la formación que ha recibido como responsables del cuidado de los pacientes con heridas crónicas.
Es un tema que sigue preocupando, porque aunque, si bien es cierto, que en los últimos años, a nivel mundial, aunque dependiendo del país, la actividad científica en este campo ha sido intensa y fructífera, los resultados en la práctica clínica no son quizás los esperados.
Tal y como comentan algunos autores (como Beeckman, Defloor, Schoonhoven y Vanderwee, 2011), y como consecuencia de la actividad científica, contamos con directrices para el mejor abordaje de estos pacientes, pero debido a actitudes negativas o posiblemente a un déficit en los conocimientos, estas directrices no son seguidas por los profesionales.
Con el objetivo principal de mejorar la atención a los pacientes a través de una intervención formativa, encontramos otros autores como Qaddumi y Khawaldeh (2014), que han comprobado que la falta de conocimientos es un problema común en la práctica clínica. Después de analizar los conocimientos de 194 enfermeros / as apuntan que la experiencia profesional, los hábitos adquiridos, incluso en ocasiones la intuición, son la causa de las praxis inadecuadas.
Mejorar el nivel de conocimientos de los profesionales no debería ser un objetivo en sí mismo, el objetivo real es cómo incide directamente en la calidad de los cuidados enfermeros que reciben estos pacientes.
Un ejemplo claro de lo comentado es observar cómo conocimientos teóricamente adquiridos en las acciones formativas en prevención y tratamiento, especialmente en úlceras por presión (NPP) no se reflejan en los resultados de los diferentes estudios de prevalencia que se realizan periódicamente a nivel nacional (Soldevilla, 2007). Este desfase, entre la teoría y la práctica preocupa a los profesionales de la salud, impulsando a los mismos a buscar soluciones a esta "brecha" como comenta el Dr. J. Soldevilla.
Esta patología se presenta con una incidencia variable dependiendo del tipo de herida crónica, pero siendo siempre muy significativa en todos los niveles asistenciales. En la práctica enfermera los profesionales deberán tratar con heridas crónicas con toda seguridad, independientemente del servicio, área o especialidad en la que realicen su práctica profesional.
Sorprenden las cifras de prevalencia obtenidas en países de lo que entendemos como el 1er mundo, como las que aporta La Secretaría de Asesoría Médica en Ontario (Canadá). La prevalencia en esta ciudad oscila de 22,1% en atención primaria, a una media del 29,9% en hospitales de agudos.
Son cifras muy por encima de los estándares esperados, basados en las evidencias que prueban que aplicando las medidas en prevención propuestas por las comunidades científicas, la prevalencia de las NPP no debería superar el 5% como ya estableció en su estudio Hibbs (1962 ).
Shahin, Dassen y Halfens (2008), aportan cifras de prevalencia tan dispares como un 4% en Dinamarca y un 49% en Alemania. Importante es destacar también que la incidencia en estos dos países se encontraba entre el 38% y el 24%.
En otros estudios nacionales los datos de pacientes adultos ingresados en hospitales presentan los siguientes valores: pacientes ingresados en el momento de la recogida de datos 8170; pacientes con UPP en cualquier categoría 643. La prevalencia bruta fue del 7,87% (IC 95% = 7,31-8,47%). La prevalencia media del hospital fue de 11,28% (± 9,77). El 65,6% son nosocomiales. (Pancorbo, Hidalgo, García, Torra, Verdú, Soldevilla, 2013)
El éxito en el abordaje de estos pacientes y sus heridas pasa por el total convencimiento e implicación en el mismo. No sólo hay que querer hacer, sino que hay que creérselo, realizando un verdadero desarrollo de empatía con los pacientes y cuidadores, y de asertividad con los profesionales de la salud implicados en el proceso. Parafraseando al Dr. Saldevilla (2007) el camino del éxito se basa en los conocimientos, el interés y la voluntad de enfermería. Los conocimientos están al alcance de todo el que quiera llegar a ellos, el interés y la voluntad también ?.
El éxito, por lo tanto, parece encontrarse más en el aspecto cualitativo que no cuantitativo, actividad hay mucha y de todo tipo, pero lo hacemos bien?
Por lo tanto los conocimientos son la base de la formación, pero no el único componente. Este es el valor añadido que quiere tener este postgrado, la formación en el liderazgo. Profesionales con un alto nivel de conocimiento y motivación que los lleve a implementar y difundir estos conocimientos.